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Organoides, todo lo que debes saber sobre ellos

Aunque para muchos resulte ciertamente peligroso, uno de los objetivos que siempre ha tenido el ser humano es llegar a ser inmortal. Somos seres muy especiales, dotados de una inteligencia que nos ha permitido evolucionar hasta cotas increíbles. Sin embargo, seguimos estando atados, como cualquier otro ser vivo, a las leyes de la naturaleza, y nuestra vida debe acabar en algún momento. Nuestro cuerpo se deteriora con el paso del tiempo, envejece, y las enfermedades nos acucian cada vez más. Con el paso del tiempo hemos podido ir solventando muchas de ellas, eliminando por completo algunas y suavizando otras hasta poder incluso convivir durante años con ella. Esto nos ha permitido tener una esperanza de vida mucho más larga que nuestros tatarabuelos, por ejemplo. Hoy en día es fácil sobrepasar los 85, e incluso los 90 años, en un estado de salud relativamente óptimo.

Sin embargo, los médicos no se frenan ahí. La ciencia sigue evolucionando, y el descubrimiento de las células madre ha permitido abrir un nuevo universo de posibilidades que se plantean fascinantes, de cara a eliminar ciertas enfermedades que hoy en día siguen siendo letales. Los científicos siguen investigando y creando, basándose en esa teoría de que si se puede hacer, se debe hacer. Hay quien trata de limitar estos adelantos, juzgándolos como peligrosos, y atribuyen a los científicos unos delirios de grandeza, como si jugasen a ser Dios.

¿Estamos rompiendo realmente las leyes naturales en nuestra búsqueda por vivir más tiempo? ¿Seremos capaces de alcanzar la inmortalidad en algún momento de este siglo XXI? Por ahora, los científicos se están centrando en atajar las enfermedades más peligrosas, como el cáncer, y lo están logrando a través de inventos tan increíbles como los organoides. Esta materia es todavía poco conocida a nivel general, pero va a suponer un cambio de paradigma enorme a la hora de tratar enfermedades graves, ya que gracias a estas células, nuestro cuerpo será capaz de generar nuevos órganos totalmente sanos y funcionales.

Qué son organoides

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Los organoides pueden definirse como estructuras tridimensionales creadas de manera artificial, a través de cultivos de células extraídas de órganos vivos. Estas células se conoce como progenitoras, ya que son capaces no solo de funcionar como las del propio órgano real, sino también de crear estructuras más grandes y complejas, hasta desarrollar un órgano casi completo y funcional. Las células progenitoras deben desarrollarse en el ambiente más oportuno para poder crear esos órganos “de la nada”, pero los esfuerzos de los científicos están llegando a buen puerto, y gracias a estos organoides, que son creados de forma artificial, pero son cien por cien naturales, un órgano enfermo puede llegar a sanarse. La técnica todavía está por desarrollar pero hay puestas muchas esperanzas en ella.

Los inicios de esta técnica

El descubrimiento y el tratamiento de células madre no es algo precisamente nuevo, ya que llevamos décadas investigando este tipo de cultivos, para poder desarrollar órganos que funcionen en nuestro cuerpo. Es posible que ya a finales del siglo XX hubieran sido creados algunos organoides a través del cultivo de células madre de órganos vivos. Sin embargo, no es hasta 2009 cuando aparece el primer gran estudio sobre el tema. Lo llevo a cabo un grupo de científicos del instituto Hubretch, en Países Bajos, consiguiendo crear de manera artificial unas estructuras tridimensionales que emulaban de forma eficiente a las vellosidades del intestino delgado. Lo lograron a través de la estimulación concreta de células madre, desarrollando estos organoides que se adaptaron a la perfección al órgano que tenían que “sanar”.

Generando organoides

La generación de este tipo de estructuras celulares puede parecer muy compleja para aquellos ajenos a la ciencia, y en realidad  no es ni mucho menos sencilla. Sin embargo, sí que se puede llegar a entender de una manera somera si se explica bien. Lo primero que se hace es recoger tejido celular de un órgano a través de una biopsia. Con ese tejido se localizan las células madre adultas, para separarlas del resto.

Este fue el paso más complicado de llevar a cabo durante muchas décadas, hasta que se logró encontrar un marcador que las diferenciaba. Una vez tengamos esas células madre, las cultivaremos en laboratorio, a través de distintos métodos, para lograr que se reproduzcan de la manera que nosotros queremos, imitando a las estructuras reales. El cultivo se puede mantener durante mucho tiempo y sigue creciendo, siempre que se lleve a cabo correctamente. Es así como surgirá un organoide que luego podría ser adaptado al órgano enfermo, para curarlo y regenerar esas células.

El uso de los organoides

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Los organoides tienen una función bastante evidente como finalidad: la de ser “repuestos” de nuestros órganos, por si alguna vez llegamos a enfermar, poder contar con ellos para sanarnos. Estamos hablando de una opción futura, por supuesto, ya que todavía queda mucho para que la adaptación de estas estructuras con nuestros órganos reales sea total. Los organoides funcionan como réplicas de nuestros propios órganos, siendo exactamente iguales que ellos, no de forma genérica, sino personal. Al haber crecido desde nuestras propias células madre, podemos crear órganoides que se adaptan sin problema a nuestro cuerpo. Estructuras que han sido creadas en laboratorios, totalmente sanas, sin haber estado expuestas a los problemas habituales del cuerpo.

La principal finalidad de la creación de los organoides es el estudio y tratamiento de las enfermedades. De hecho, se puede extrae4r tejido tumoral también en la biopsia para que el organoide se desarrolle artificialmente “enfermo”, y probar diversos métodos para sanar ese órgano real en nuestro cuerpo. El estudio de los mecanismos celulares también es una función muy interesante en estos organoides, puesto que permiten conocer cómo se desarrolla una enfermedad en nuestro cuerpo, y así, tratar de ponerlo solución. Con el tiempo y tal vez con más investigación, estos órganos podrían suplir a los originales y conseguir que una persona enferma de cáncer, por ejemplo, se curase con una simple operación. Es un futuro todavía lejano, pero sin duda muy alentador.