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¿Fue la espía Mata Hari una prostituta?

La Historia está llena de personajes peculiares que han logrado aparecer en los libros y convertirse en leyenda. A veces gracias a sus heroicidades y logros. En otras ocasiones, por culpa de sus crímenes. Porque todo el mundo sabe quién fue Adolf Hitler, y también Mahatma Gandhi, pero cada cual es reconocido por determinadas acciones, muy diferentes entre sí. Se suele decir además que la Historia la escriben los vencedores, y ellos aparecerán, por supuesto, como los héroes totalmente virtuosos del conflicto. Los enemigos serán los malvados, oscuros y villanos, aunque su único error fue perder una batalla. En las guerras, por ejemplo, ambos bandos utilizan estrategias que son absolutamente deleznables, y cometen crímenes atroces. La diferencia es que solo un bando se permite el lujo de borrar todo lo malo y quedarse con lo bueno, tras vencer definitivamente. Es como si no hubiera grises, solo buenos y malos absolutos.

En la vida real sabemos que esto no es así. Que las personas no son héroes o villanos por que sí. Que en la mayoría de casos hay una gran escala de grises entre medias, donde normalmente se puede encajar mejor la personalidad de cada personaje histórico. Claro que Hitler era un asesino despiadado y un psicópata, pero eso no quita para que tuviera también un gran amor hacia los animales, por ejemplo. Gandhi es un ejemplo de resistencia ante el poder, y de cómo la paz puede ser el camino para acabar con la opresión, pero también era un hombre lastrado por cierto racismo y unos deseos sexuales que intentaba reprimir… En el caso del personaje que nos ocupa hoy, la famosa espía Mata Hari, encontramos igualmente una gran gama de grises para catalogarla. Era hermosa y sensual, cruel y traidora para muchos, pero también una mujer que tuvo que pelear contra todos para tener una vida digna. Abrió una brecha en el público conservador a principios del siglo XX y fue una de las primeras bailarinas exóticas en obtener éxito. Utilizaba su sexualidad para conseguir sus objetivos, hasta el punto de convertirse también en amante profesional… ¿o esto es solo una leyenda?

Un personaje lleno de misterios

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Holanda, 1876. Margaretha Geertruida Zelle nace en el seno de una familia humilde, con un padre sombrerero y una madre que desgraciadamente muerte al poco de ella venir al mundo. Margaretha se queda sola con su padre, pero este vuelve a casarse posteriormente y ella prefiere irse a vivir con su padrino. Ingresa en una escuela para formarse, pero con 16 años es expulsada por un escándalo sexual: se ha convertido en la amante del director de la escuela. En ese momento, Margaretha se da cuenta de que tiene un poder enorme gracias a su físico, y decide aprovecharlo. Seduce a algunos hombres para poder vivir gracias a ellos, y se casa finalmente con un general del ejército de su país que se le llave a Java, donde forman una familia.

Bailarina exótica… y prostituta

La vida de Margaretha en Java empieza a tambalearse cuando su marido comienza a verse con diferentes amantes. Ella, todavía joven y hermosa, se refugia también en otros hombres, aprendiendo igualmente las exóticas danzas de la isla, que luego utilizaría en sus espectáculos. La muerte de su primogénito la deja muy apenada y en cuanto tiene ocasión, se vuelve a Holanda, divorciándose de su marido pero perdiendo la custodia de su  hija. Desamparada, decide probar suerte en París para iniciar una carrera como actriz y modelo. Se hace llamar Mata Hari, que en malayo significa “ojo del amanecer”, y aunque no tiene suerte en su carrera artística, comienza a bailar en muchos locales. Su éxito como bailarina es brutal, siendo una de las más deseadas y sensuales de toda Europa.

De hecho, Mata Hari provoca el escándalo en el París de la época porque apenas se queda con los pechos cubiertos por un par de conchas. El resto del cuerpo lo lleva desnudo, tapado eso si bajo unos velos semitransparentes que no dejan demasiado a la imaginación. Su belleza exótica cautivó a los hombres de la ciudad y también a los de otras capitales, a las que viajaba para bailar y realizar sus espectáculos. Media Europa cayó rendida ante la tentación de Mata Hari, entre ellos muchos oficiales, diplomáticos y nobles de postín. Muchos de ellos llegaban a pagar inmensas sumas de dinero para disfrutar de bailes privados, e incluso algunos aprovecharon para ir más allá… Se sabe que durante unos años, Mata Hari estuvo cobrando en dinero y joyas a cambio de servicios sexuales que realizaba, sobre todo, para hombres muy pudientes.

Su faceta como espía para los alemanes

Pero entonces comenzó la decadencia. Mata Hari ya no era tan joven, su inmensa melena azabache ya empezaba a clarear con las primeras canas, y otras chicas más jóvenes y bonitas llegaban a la ciudad para hacerle competencia. Para colmo, en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial. La situación se volvió más complicada en París, pero ella siguió bailando, e incluso cruzando las fronteras, ya que pertenecía a un país neutral como era Holanda. Disfrutó incluso de beneficios por ser una celebridad, y fue una de las pocas personas que podía pasar de Berlín a París sin muchos problemas. Entonces el amor se cruzó en su vida, y la puso en las vías de la perdición.

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Se enamoró de un piloto ruso, Vladimir Maslov, que estaba en el frente. Para poder verlo pidió permiso a los Franceses, pero estos utilizaron su belleza para proponerle un trato “justo”. Podría ver a su amado si hacia las funciones de espía con los alemanes. La joven había bailado para muchos altos cargos germanos antes de la Guerra, y contaba con la confianza de varios generales del ejército. Ella aceptó por amor, pero aquello fue su perdición. Los alemanes sospecharon de ella desde el primer momento y la convencieron para convertirse en agente doble. Durante 1916 terminó vendiendo secretos a ambos lados del frente. Esto hizo que en 1917, los alemanes finalmente la “vendieran”, dejándola expuesta a los franceses y  mostrando su verdadera cara. Se acababan aquí las aventuras de la espía más exótica de la Historia.

Un final a la altura de su leyenda

Tras jugar con fuego, Mata Hari acabó quemándose por culpa de su forma impulsiva de hacer las cosas. Su amor por el piloto ruso, que luego acabaría falleciendo en el frente, le hizo entrar en juego de doble exposición ante dos países que estaban jugándoselo todo en la guerra. Sus misiones como espía no fueron especialmente espectaculares, como muchos podrán pensar. Se dedicaba a seducir a los altos cargos y conseguir sus secretos de alcoba para venderlos al enemigo. Tras ser detenida en París, Mata Hari fue juzgada y condenada a morir por fusilamiento. Se dice que la mañana en la que la ajusticiaron apareció maquillada y con una indumentaria muy ceñida. Incluso mandó besos a su abogado, a la par también amante, y al cura que le dio el último sacramento. Moriría acribillada por las balas francesas, convirtiéndose desde ese mismo instante en leyenda.